RIMA LXIV
Como guarda el avaro su
tesoro,
guardaba mi dolor;
le quería probar que hay algo
eterno
a la que eterno me juró su
amor.
Mas hoy le llamo en vano y oigo al
tiempo
que le agotó, decir:
"¡Ah, barro miserable,
eternamente
no podrás ni aun
sufrir!